Hoy hace un año de ese día, ese día en el que dejé el aeropuerto de Kansas City para volar a Houston y seguidamente a aquel lugar tan magnífico y especial que jamás había planeado visitar; Belize.
Ese pequeño país centroamericano de la península del Yucatán llamado Belice.
Recuerdo volar sobre el azul esmeralda del Caribe y sobre la selva del Yucatán. Aterrizar en un pequeñito aeropuerto a las afueras de Belize City.
La noche anterior me había muerto de frío en esas gradas del instituto Blue Valley High School de Overland Park, en el estado de Kansas. Era una fría noche de Noviembre y estar ahí de pie, viendo a los jugadores de fútbol americano correr de un lado a otro placándose y pasándose el balón, era una dura e incómoda labor, aunque el espectáculo siempre mereciese la pena. Pero al día siguiente, nada más salir de aquel avión, tuve la sensación de volver al verano, de que todo el invierno y la primavera habían pasado durante esas 5 horas que había permanecido en el avión y volvía a ser verano otra vez.
Atravesé la aduana siendo el único Español junto a otros Americanos que al igual que nosotros, escapaban de ese frío invernal y se refugiaban en algún resort de este país tropical.
Un taxi del hotel nos vino a recoger al aeropuerto.
Camino de San Ignacio, una ciudad al borde de la frontera con Guatemala donde iba a pasar un par de días visitando la jungla y unas ruinas mayas, quedé enamorado de la belleza y el exotismo de aquel lugar.
Sería uno de los países más pobres que he visitado, la gente no gozaba de grandes lujos al contrario que en Europa o Estados Unidos... pero esa diferencia cultural me tenía apasionado e ensimismado.
Ese día aprendí mucho y mejoré como persona, como viajante y como ciudadano de este mundo.
Dos horas hablando con nuestro chófer y contemplando el exotismo, naturaleza y ambiente de este país llegaron a su fin a la puerta del nuestro hotel en San Ignacio, el hotel era el más lujoso de la ciudad. Tenía una piscina al borde de la selva y gozaba de gran cantidad de fauna y naturaleza al rededor.
Estos dos días los pasé disfrutando de la riqueza de aquel país. Probé comida típica, visité la ciudad y la selva, las ruinas mayas...
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